La que dice los juegos que fueron antes... ella no sonríe
desde su jaula de pájara azul que se incineró esperando hace muchas estaciones de aquí.
Cautiva de sí, añora tanta ilusión, solo una muñeca chamuscada por los fuegos del invierno puede ofrecerle algo de tregua,
aunque ambas parezcan ya muy grandes para estas distracciones.
No hay con quien hablar, pedir consejo o cariño, porque esta prisión no admite visitas programadas ni fugas de contexto.
Ella fuma como si nada, y escribe la sombra, canta la soledad en tonos lerdos de princesa que se sueña por la mitad, partida al medio del tránsito cruel.