Y cuando llegue la soledad,
la recibiré desnuda, sin pesar,
con el corazón abierto
de par en par,
sin nada que esperar
ni que pensar,
con la mente calmada,
sin juzgarme y sin juzgar.
Guardaré mi secreto
gritando mí silencio
a los cuatro vientos,
para no despertar tus sueños.
Cuando llegue la soledad,
tendré mis cabellos
de color de nácar,
reluciendo como
la Luna de plata,
mi piel suave como
pétalos de rosa,
al flujo del aire
se entregará silenciosa
callada, sin pedir nada,
para no desvelar
a las almas puras,
que se entregan
al misterio de la noche oscura.
Yo también soy la rosa
expandiendo sus pétalos
al compás del Universo.
Cuando llegue la soledad,
el miedo desaparecerá,
las penas no existirán,
sólo el Amor triunfará.