Lo negaré todo
aunque se demuestre lo contrario;
esgrimiré tantas disculpas
como permita la defensa;
si es preciso el histerismo
caeré de bruces,
golpearé el suelo,
mesaré los cabellos,
gritaré delirante…
Tal vez suplique
el milagro del indulto
o cumpla con agrado
lo perpetuo en la condena
del negro tribunal.
Bordaré fonemas;
matizaré tropos sensoriales
que apoyen el sentido;
contrastaré las cadencias,
el ritmo acompasado,
la rima consonante;
no faltarán
coplas, odas o sonetos;
concertaré alianza con juglares,
prestidigitadores, ilusionistas, transgresores;
violaré academias;
y conseguiré una editorial
digna de mi infamia,
pero autentizaré como propios
(con derechos reservados)
esos besos
que negados a mi boca
han tallado sin piedad
los relieves de lo ignoto y suspirado,
a pesar de la ignominia.