El plan seguía los cauces establecidos y calculados. Una secreta asociación, formada por sabios, asumía un extraordinario poder, decisivo y necesario para salvar la situación que se planteaba.
La voluntad y necesidad de librarse del desastre les otorgaba una fuerza inusitada. Pronto, en tan sólo unos meses, la tierra se vería sumida en una concatenación de desastres naturales que no podrían evitarse. La naturaleza daría por concluida la posibilidad de vida en el planeta. Un cambio brusco de la polaridad magnética desencadenaría una sucesión de catástrofes naturales: tsunamis, terremotos, erupciones volcánicas y el colapso total de cualquier medio de comunicación y de transporte dentro del ámbito de la atmósfera terrestre. Escapar fuera de esta atmósfera sería la única salvación. Pero esto sólo estaría al alcance de un selecto grupo de millonarios y dirigentes poderosos que pudieran pagar, con sus riquezas, un pasaje hacia un nuevo planeta que conquistar.
Todo estaba preparado en secreto para no crear una alarma que hiciese tambalear el plan de salvación. En la superficie de Marte se habían instalado enormes generadores químicos de dióxido de carbono. La producción de este contaminante tan conocido en La Tierra era capaz de generar en este planeta un efecto invernadero que protegía de la influencia nociva del sol, pero que atrapaba dentro de su atmósfera suficiente calor como para provocar, según pasaban las estaciones, periodos en los que la lluvia era abundante y el hielo acumulado por millones de siglos en la superficie, formaba océanos que hacían de pulmones, generando oxígeno limpio y respirable. Por lo tanto, la vida ahora era perfectamente posible en ese planeta.
Así se les hizo saber, por la secreta sociedad, a unos miles de elegidos, mientras el grueso de habitantes de La Tierra serían ignorantes de lo que ocurriría cuando ellos la abandonasen buscando escapar de una terrible agonía.
La alianza de sabios había sido preparada en el más alto secreto. El poder concedido a los elegidos para formar parte de ella era casi divino. Gozaban de la facultad de dar vida nueva y de otorgar, por el contrario, una muerte segura a la otra parte, ocultándoles la verdad de lo que ocurriría. Para este fin confeccionaron una lista con los elegidos.
No fue difícil la elección, por parte del comité de sabios, de los que cambiarían el devenir de su destino, alejándose para siempre de La Tierra. La riqueza y el poder se concentraba en algo más de tres mil personas. Estos acaparaban el noventa por ciento de los recursos, quedando el diez por ciento restante como migajas que la humanidad se repartía a duras penas.
La lista se cerraba con una serie de mandatarios corruptos y jerarcas eclesiásticos de las principales religiones, con mucho poder, a los que también se les informó del plan. Para financiar lo proyectado, era importante conseguir los máximos recursos; aunque todo no valía, un desmesurado abuso haría levantarse a los oprimidos poniendo en peligro la marcha del plan establecido.
Todos los miembros de la alianza secreta se salvarían del desastre sin invertir, ya que sus únicas riquezas eran las intelectuales. Así cargarían moralmente con las consecuencias del plan, pero tendrían el reconocimiento de los salvados que los encumbrarían a la categoría de iguales y magnánimos.
Se combinó a los elegidos a acudir a una reunión ultrasecreta en la que se les informaría sobre los detalles del viaje, y en la que a todos, sin excepción, se les vacunaría para garantizar la seguridad sanitaria con un viaje tan largo por delante. Acudieron a la cita con la convicción de que el siguiente paso sería el embarque en una nave para librarse de la ya inminente avenida del cambio magnético. Todos, sin faltar ninguno, pasaron un control médico en el que les fueron suministradas las dosis de vacunas. Este era el paso más delicado, pero también era el más necesario y, por último, el fin de tan secreto plan de salvación.
El terrorismo no tiene justificación. Acabar con ellos con una dosis mortal de medicamentos era, con certeza, el hecho más crudo e inhumano del plan., pero ellos pensaban utilizar toda su fortuna para salvarse, sin importarles nada de lo que pudiera ocurrir al resto de habitantes del planeta. Habitantes que habían llegado a un límite que justificaba esta dramática salida.
La Alianza de sabios fue disuelta después de repartir equitativamente todas la fortunas, patrimonios y recursos de los que sólo un puñado de pobladores del planeta disfrutaban a costa de la pobreza y miseria de la gran mayoría.
La acumulación de riqueza fue considerada una maldición que nadie deseaba para sí. En el planeta pronto floreció una paz y prosperidad que jamás se había conocido. Se abolieron las fronteras y las naciones, todos serían ahora habitantes de un mundo llamado Tierra, en el que nacer en cualquiera de sus partes era siempre garantía de bienestar y justicia.