Quiéreme amada mía como yo te quiero a tí,
en mis caídas profundas y en mis tristes frenesíes.
Abrázame con tus perfumes en el contorno de mi pecho,
y devórame con tus cejas las montañas de mis venas.
Grito yo en el centro de mis bosques, ¡ay,mísero de mi,
ay, madre mía! No llegan los ecos de mi voz a los campos
de mi Sibilina y la pena me codena a la melancolía.
Prisionero soy por esa radiante y angélica luz;
rompo yo la vida mía por ella, a la que amo tanto
y la llamo en mis tormentos: ¡amor mío,dame vida!
dame aliento de tu boca que yo te lo doy de la mía.
Quiero beberte, por eso grito y le grito a la muerte
por quererte tanto y antes que venga esa negrura,
daría mi vida y en las llamas feneciera,antes de perderte.