Te sé mío,
de mis manos,
de mis labios,
y mi sangre.
Dueño de mis ojos
de mis sueños,
y mi carne.
Te sé mío,
dormida,
despierta,
veinticuatro horas,
aquí y allá.
Mío de mí,
de mis huesos,
y mis poros;
ojo de agua salada
cuando te adentras en la mar.
Te sé mío,
y abuso de la confianza
para desnudarte con soles de abril,
hambrientos de luz, tu luz.
Y dejo correr caricias de junio
con sabor a veintiún días,
en plena playa,
en pleno amanecer...
A.S.