El ucaro alardea belleza en el jardín de la Casa Grande
presiente días de verano
Dos jóvenes limoneros
miran abrumadoras desde el rincón
a un lado en el patio
pasar las tardes
en silencio
Al fondo
insipientes chaguaramos advierten
el frondoso aguacate
la grácil pumalaca
henchida de pubertad
En el centro del patio
solitario
un cocotero intenta abrazar al sol
besar la luna
bañarse de estrellas
Un poco más allá
imponentes cacaos
bajo sombras del viejo mango
atesoran secretos de la niñez
Sus hojas dulcifican el espacio
precipitan inertes al encuentro con la tierra
bucólica presencia en los recuerdos
amaneceres de verano
tardes de hastío
noches desnudas de luna
brisa que se escapa desde el Río
a despertar las hojas de los árboles
Voluptuosos en la memoria
inquietos limoneros y ella permanecen
sea o no verano
el 13 de febrero