Para no volver, el campesino se ha ído,
sin su calor, la casa ya abandonada
perece inexorablemente, ahora habitada
por animales que la hicieron su nido.
La maleza por doquier ha crecido,
la fruta se pierde sin ser cosechada
y hasta el camino se pierde en la nada
pues sin el pié, también ha desaparecido.
El cuadro ya no es el mismo
donde el pintor hace y bosqueja
pero quien crea es la naturaleza.
Todo es mustio y en su mutismo
la tierra lastímera lanza una queja
pues la mano ausente es su tristeza.