Te escribo desde la lejanía insondable,
desde mis venas que suspiran por tu amor,
desde los más recónditos interiores
de mis sentimientos que te pertenecen.
He detenido mi tránsito diario
cual pájaro que emigra de norte a sur
para posarme en este verso desvelado
que escribo con tinta de mis labios soñadores.
Verso con palabras que también suenan a lejanía
a esa lejanía que separa mis suspiros de los tuyos,
soy barca en el mar tuyo en el que navego
náufrago a la vez de mis propios deseos.
Toda la culpa la tienes tu
-o será mia también?-
porque las distancias me agobian
como los caprichos al corazón.
Es que no soy más que un enamorado
no solo de tus labios, de tus abrazos también,
pero las flores no crecen lejos de su tallo
ni las playas abandonan la mar.
A mi esta lejanía me mata
-y cuanto te amo-
es que la distancia entre nosotros
ha encallado mi velero
en el arrecife de la indiferencia.
Quisiera que ahondaras en la magia del amor
y le hicieras la eutanasia a tu lejanía,
que me besaras, que me acogieras en tu cuerpo
como si mi piel fuera la tuya.
Por qué no, que tuvieras tanta necesidad de mi presencia
como mi sangre hierve al tenerte cerca,
a tu lado me convierto en invierno y en verano
y en pulpa de tu miel insaciable.
Acaso distantes la vida nos alarga?
no somos perennes como la hierba,
somos hijos del tiempo
y objeto de las circunstancias.
Tu lejanía me resta años
cuando yo quisiera sumarlos en tu presencia
mejor dame tu mano, vida mia
y caminemos juntos hasta encontrar las estrellas.