Una lágrima invisible, silente y sin consecuencias.
Lágrima que jamás nadie sabrá que broto de manantial.
Una lágrima que duele más que la propia muerte,
solemne, pero que no se regala fácilmente.
Por la recia y desolada colina baja la lágrima furtiva,
inadvertida pasa hasta el delta llegar y junto al dolor,
silencioso hasta el mar llegar.