Cuando quieras verme feliz,
o desees hacerme sentir
que merece la pena vivir:
Sonríeme...
Cuando quieras que edifique un sueño,
o desees que descorra el velo
entre los anhelos y la realidad:
Sugiéreme...
Tú eres esa mano que toca mi rosa,
tú eres esas gotas que mojan mis hojas
y que me estremecen:
¡Estreméceme...!
¡Sacude mis selvas!,
¡prorrumpe con truenos!,
¡derrama tu cielo!,
¡y a mis ríos llena...!
Ámame, mujer...
O, si lo prefieres...
si amarme no quieres...
si vas a marcharte,
y sólo buscaste, en mí, tu placer.
No importa, lo mismo
te amaré por siempre.
Igual te amaré...