Cuando llega la noche, se nublan mis pupilas,
temeroso me escondo bajo el negro telón.
Cuando llega la noche abrazo a mi almohada,
acaricio al silencio y acaricio al recuerdo.
Cuando llega la noche, una espada me hiere,
esa espada certera traspasa mi costado
y mi alma malherida vuela hacia el infinito
y en su trayecto deja una estela de sangre.
Cuando llega la noche, grito cual condenado
y las cuatro paredes tu nombre reverberan.
Cuando llega la noche la rosa empalidece
y enferma de dolor deja caer sus pétalos.
Cuando llega la noche, la luna enamorada
en su rostro plateado retrata tu sonrisa,
esa dulce sonrisa que olvidarla no puedo
y aunque ha pasado el tiempo más y más la recuerdo.
Eugenio Sánchez Bacilio