A través de la distancia vivo yo un gran tormento
tormento por esa estrella que me arranca los
ojos por mirarla a sus ojos que imanan desde lejos.
Y la veo en su molino moliendo suavemente sus almendros;
las mieses florecidas en su prado son las uvas de mi pecho.
Cuánto yo la quiero, Locura, dime qué hago con este amor
eterno porque quiero tenerla conmigo colgada a mi cuello
como un divino escapulario y al tenerla tan cerca,
la beso, la beso y la beso en su arco iris,
qué dulzura es eso que te asciende en el aire
ese amor tan sublime que enarbola como paloma
a ese lugar divino, divinos cielos.
Escucha amada mía te voy a lleva a mis aposentos
y allí serás mi Sibilina y mi alondra que por las noches
sentiré yo tus cantares con tu tenue voz y me sentiré feliz
queriéndote al sentir bellas baladas con tus divinas arpas
y diré yo en tus arpegios divinos cielos que ya se palpan.
Ven a mí dulce amor, muramos juntos en esta dicha
para ser ángeles, diferentes, como lo son las perlas
de los diamantes.