Tu perfume penetró justo en mi seno
con tu voz iluminaste las veredas
pajarillos bailoteaban con sus vuelos
y los días parecían lustros en fiesta.
Nos miramos las pupilas, endulzando
nuestra piel se erizó en tanta caricia
nos besamos con imanes en los labios
provocando mil volcanes de albricias.
Maravillas en centellas, nuestros pechos
ya vibraban, movimientos de epopeya
llamaradas encendieron nuestros cuerpos
incontrolables y candentes, las calderas.
Las borrascas inundaron en chubascos
empapando de tristeza, ardor sin brida
los latidos los sentimos esfumando
en instantes que duraron una vida.
Desolada sin tu dulce amor me quedo
encerrada y sin salida, en esta celda
en mi estro, poesía encuentro aliento
¡hubo amor, agradezco, aunque hoy ya muera!
Copyright© 2014 Rocío Vega-Ponce