La gente suele preferir el día. Yo sencillamente prefiero la noche.
Te prometí pedir el día libre en el trabajo. Te prometí que ese día sería para las dos…te prometí muchas cosas que no cumplí, pedí el día tarde y tuve que ir a trabajar. Tú, así de comprensiva siempre, me diste un beso en la mejilla y seguiste haciendo tus cosas, tranquila, sin mutar un ápice tu comportamiento.
En el trabajo las horas parecían durar años. El calor se sumaba a empeorarlo todo y al sudor le apetecía tener parte de protagonismo en escena. Los artículos que debía de traducir del francés al español sonaban aquel día a puro chino mandarín, tenía que entregarlos al día siguiente y no avanzaban con lo que tendría que quedarme de noche a terminarlos. La secretaría, con la camisa más apretada que tenía en el armario, no dejaba de traerme cafés que yo no cesaba de pedir para no caer encima de miles de traducciones por hacer. La única palabra que sabía aquel 14 de febrero en mi idioma o en cualquier otro era tu nombre: Michelle.
Cerré los ojos un momento. Apoyé la cabeza en el volante del coche, permanecí así, pensando en ti, hasta que cinco minutos después mi reloj pitó indicándome la hora: 12:00 a.m. Arranqué y conduje hasta casa a un ritmo ligero.
Abrí la puerta de casa muy despacio intentando no hacer ruído, cerrándola de igual modo. Me asomé al quicio de la puerta de nuestra habitación, te veías increíble. Me dirigí a la ducha y me bañé con tu gel preferido con el agua a una temperatura que resultaba muy relajante mientras pensaba que soy un desastre.
Apoyada de nuevo en el quicio de la puerta te miré y seguías dormida, y tan hermosa como siempre, descubrí que estabas desnuda bajo la sabana color Burdeos, aquellas sabanas marcaban todo tu cuerpo bajo ellas delineándote con una perfección milimetrada mostrándote a mí gracias a la luz de la luna que entraba por la ventana y te iluminaba. La gente suele preferir el día pero la noche me deja pensar en ti y en como eres, me deja decirme que eres alucinante, la gente nos ve, la gente imagina, pero no sabe el camino que tu y yo hemos recorrido y ahí te encuentras tumbada, ajena al mundo que sigue más allá de este mundo nuestro, la luz te ilumina y eres hermosa. Soy un desastre, pero ahí estas tu conmigo, amándome, pero ahí estas tu, dejando que te ame; comprendiéndome, acompañándome, apoyándome, cuidando de mi y yo tan desastre como siempre, necesitando de ti hasta para respirar. Luego la gente monta su propia historia sobre nosotras y mientras te sigo mirando pienso lo enamorada que estoy de ti y lo poco que ellos saben de esto, lo poco que saben del buen puzzle que hacemos tu y yo. Eres admirable, tú nunca pierdes los papeles, tú nunca te descontrolas y gritas, tú no pataleas como un niño pequeño, pero sabes como ponerme en mi sitio, sabes aguantarlo todo y decirme siempre lo preciso. Soy tu niñita desastre que pierde todo menos lo que siente por ti, soy esa niñita que solo tu sabes guiar y decirle el buen camino. ¿Quién es el mundo para quitarme mi norte?¿Quien es el mundo para quitarte la parte infantil que amas?.
Me quité la toalla que me tapaba y me metí bajo las sábanas. Quería sentir tu piel pero no quería despertarte. Fuera de cualquier lujuria quería sentir tu piel, rozarla, mirarte durante horas. Tenía aun traducciones que hacer, que les den. Tu piel canela iluminada incitaba a besarte, tus labios colombianos irrechazables. Me giré y cerré los ojos, no merecía besarte aquel día y menos mirarte, no había estado contigo. Creí que estabas tan dormida que no te enterabas de nada cando me rodeaste con tu brazo inesperadamente y pusiste tu cuerpo desnudo tras el mío, muy pegado, formando ambas una cucharita, encontré el Edén cuando empezaste a besarme el cuello y apretarme contra ti.
- Te amo- te dije. Te bese apasionadamente mientras jugaba con tus dedos.
Lo que allí pasó solo lo sabemos tu, yo y la luna.
Gracias por estar ahí, incluso cuando lo hago imposible. Te amo Cheche. Feliz San Valentin