Un cordial otoño llovía en la aurora
y el sol rendido ante la luna
le pidió procrear una travesura
bailando en la lúgubre laguna.
La pareja abrazó instantes bellos,
rompió meteoros de placer,
buscaron flores de todo los colores,
sembraron un sepulcro de felicidad.
Pero las calamidades se avecinaron
el romance se ganó los celos de las estrellas,
la luna era muy frívola con el sol
y el sol era muy tibio en los besos.
El amor cayó en un eclipse,
se perdió en la soledad del universo,
esperando que algún otoño de lluvia
el sol y la luna bailen en el último verso.