Cuando estuvo conforme con
su formación de posgrado,
se permitió lo que soñaba.
Subió a su avión.
Estaba entrenada.
La emoción la paralizó dos minutos
y decidió a despegar.
Voló por sobre su niñez.
Voló por sobre su adolescencia.
Espléndidas.
Voló por encima de sus temas irresueltos
para cerrarlos definitivamente.
Voló por encima de sus dolores
para saber qué destinos evitar.
Voló por sobre sus heridas
para curarlas.
Voló por donde yacían hombres pretéritos
para que supieran que ella estaba bien.
Voló por sobre sus dudas
para decidirse.
Voló por sobre sus miedos
para superarlos.
Voló por sobre el olvido cargado de memoria
y por sobre la memoria colmada de olvido,
para celebrarlo.
Esos vuelos le permitieron
capitalizar y aprender.
Ya estaba lista.
Ya podía ser
una Terapeuta Etérea.