Son tan pocas las caricias
y tan largas las despedidas,
que cuando esta conmigo
el tiempo con su látigo
castiga el ritmo de vida,
abofetea mi cara sus manecillas,
y es que el éxtasis de su amor
cautiva la entrega del himno,
con la patria de su cuerpo
tierra fértil donde crezco.
Son tan pocas las caricias
y tan largas las despedidas,
que cuando la estoy esperando
el tiempo tan ruin desespera
la impaciencia por salir por ella,
y es que su presencia es el motor
que da suspiros al pobre corazón,
en miradas que me reflejo y germina
creciendo dentro la semilla del amor
y es el tiempo un ruin depredador.
OSCAR VERA