Te entrego mis mañanas solitarias,
mi canto y sonrisa sin sentido
las miradas tiradas y perdidas,
las noches de insomio compartido.
Te dedico mi vida toda entera,
sin saber acaso si la quieres,
si la buscas, o si la esperas
desde hace mucho ya la tienes.
Te dedico mis triunfos y mis gozos
junto con mis llantos y caidas,
con mis sueños derramados
perdidos, tirados, guardados, amados.
Te dedico mis letras sin sentido,
con mis rimas un tanto forzadas,
pero te juro que por ti bien inspiradas
lloradas, calladas y olvidadas.
Te dedico mis secretos, mis manos,
las miradas accidentales y circunstanciales,
las canciones que me traen tu recuerdo,
mismo que es el fin de todos mis males.
Así pues te dedico mi fuerza y mi llanto,
mis anhelos, mis sueños y mi canto,
aunque callado, escandalozo,
ilusionado y quizás enamorado.