Baraka

NOCTURNOS FUGACES

I

De un lado

enfermos los quebrantos masturbando las quimeras,

del otro lado,

rezando fieles estan los cerros,

sobreacostumbrados al tiempo,

y al centro,

mi alma añora que se detengan los minutos.

II

Para no sentir lo que sienten las mañanas sin Sol,

para no acordarme

que está envenenado el silencio con el que me tratas,

me sacudo el polvo de lo que soy.

III

A gusto del destino no llegaré lejos,

en todos lugares yo mismo me encuentro,

patíbulo incierto de un hogar normal,

o heridas de sal en muerto viviendo.

La noche no esconde fantasmas,

la noche es divina,

mi cuerpo delira machete en mano por la ciudad.

IV

Un Jesucristo circunstancial,

una bala perdida,

un último peregrino que ya nisiquiera camina

el animal extinto por una deuda divina,

el mismo que exige vida solo por un momento,

¡Tenochtitlán, aquí esta tu hijo predilecto!.

ALONSO VILLANUEVA