cada noche y cada día por tenerte,
comprenderme y soportarme…
¡CADA SUEÑO!
gracias, cada tragedia mitigada en tus cobijas,
y en este mar de sangre aurora...
¡SOPORTAR!
mis penas naufragas del dolor,
de tu renacer en mil y tantas veces fuerte fénix,
que su corazón chamara y en su beso el mundo traga.
gracias, por tesoro en tanto ardor, por el llanto en redención,
por no marchitar la rosa… en mi afán tras las espinas,
¡EL FERVOR!
Aunque a tu cielo lanzo heridas,
Y derramo venenos de vidas sombrías,
¡LA LLAVE!
los regaños tras esquinas,
y los jalones de orejas en la calle.
por tomar cada culata de arrebatados robles en mi lluvia acida,
y soportar cada vereda que a tu vista, más la mía se hace gorda,
¡DISERNIMIENTO!
tras mis torres de hormigón y mis capiteles ceras,
¡GRACIAS!
por no ser un testaferro a mi moneda.
¡EL AMOR!
“Gracias vida por mi madre y a mi madre por ser mi maestra” (Randy Acosta)