—Queridos discípulos —dijo el maestro—: están muy bien las enseñanzas, pero la práctica es el fundamento para fortalecer esas raíces, así que os pido que os acerquéis a la carretera para servir al primero que necesite de vuestro servicio.
Entonces todos los discípulos su fueron a intentar prestar servicio. Al cabo del cuarto de hora, ya están de vuelta, causando sorpresa al maestro:
—Ya estáis de vuelta? Habéis servido a alguien?
—No, querido maestro —fue la respuesta de los discípulos—: no encontramos a nadie.
—La práctica requiere de paciencia, amados discípulos —afirmó el maestro—: así que volved a la carretera y prestar vuestro servicio.
Al cabo de 5 horas vuelven los discípulos y le dicen al maestro: —No hemos encontrado a nadie, pero aprovechamos el tiempo y cogimos estas manzanas del árbol.
El maestro, entonces, observando la satisfacción que demostraban, no aprueba la actitud explicando:
—A qué habéis ido a la carretera? A servir o a ser servidos?
«La práctica requiere de paciencia y un período largo de tiempo, pero sin interrupciones, con total dedicación. Además, debéis actuar con fe, con la creencia de que vais a poder servir a alguien. Así que, volved a la carretera otra vez y servir a alguien.
Ya a altas horas de la noche, los discípulos vuelven y traen buenas noticias:
—Querido maestro, hemos visto a un anciano que estaba cargado de provisiones para el invierno, aunque no tenía dónde guardarlas —nos lo dijo. En su casa había mucho material para construir un pequeño cobertizo y así lo hemos hecho. El anciano se quedó muy agradecido —afirmó uno de los discípulos.
—Muy bien, queridos discípulos —dijo el maestro alegremente, aunque aclaró—: pero los únicos que debéis estar agradecidos son vosotros mismos.
—Nosotros? Pero si le hemos servido a que resolviera su dificultad? —indagó un discípulo.
—Amados discípulos, los que tenían la “dificultad” erais vosotros. Vosotros teníais la dificultad de servir. Si el pobre anciano no hubiera aparecido, seguiríais con vuestra dificultad de servir. Así que los que tienen que agradecer sois vosotros. Deberíais agradecer al pobre anciano por haberos dado la oportunidad de servir. Os lo pregunto: Si el anciano no apareciera, tendríais la oportunidad de servir? No! Él os la ha dado. Él está feliz y vosotros también.
«Recordad, entonces, que la práctica necesita de tres cualidades: paciencia, dedicación y fe. Con paciencia tu mente está calmada, y lo que haces con una mente calmada estará bien hecho —perfeccionado. Con dedicación reúnes todas tus energías en una sola cosa, te enfocas y consigues los beneficios íntegros de esa cosa. Con fe, eres capaz de crear lo que te propongas o descubrir lo que obstaculiza tu progreso.