Mis manos te recorrieron y aún no han regresado ¡no han vuelto! y me encuentro aquí sin manos. Pero también se quedó mi boca en el recorrido de la tuya, y me encuentro aquí sin manos, sin boca. Ya vivía sin corazón, corazón impropio, desertor de mi pecho, te pertenecía desde el primer latido de mi temprano barro, pero no me dijo nada, y aquí estoy… sin manos, sin boca, sin corazón. Me siento donde se sientan los que esperan las sombras del día y la claridad de la noche, en un mundo totalmente innecesario.
LRL
17-2-14