De Neftali Jimenez CR Richport Music/BMI International 2014
Hay que limpiar el alma; aunque manches tu cara al enjugar las lágrimas;
aunque manches tu corazón de recuerdos que matan. Hay que limpiar el alma.
Si en el llanto callado, se te escapan quejidos, ya no cubras tu boca;
deja que tu queja se fusione entre los muchos sonidos de la noche
y su sombra mitigue el dolor y te acoja.
Hay que limpiar el alma; que no quede residuo del rencor que se siente;
que cual hoja en el rio sucumba a su mandato y se pierda en su creciente.
Revisar el pasado; recapitulaciones; separar lo ganado de lo que perdiste.
Hay que limpiar el alma; desbordar emociones, reposar en delirio y del mal despedirte.
Llorar de pura rabia; llorar porque tú heriste. Quizás porque olvidaste
decirle a un ser amado al que extrañas, que ya no está a tu lado y a quien obviaste,
tanto que lo quisiste; que el perdón se esfumo, porque temor te dio y nunca lo pediste.
Que baje la cascada que purifica el alma; tu espíritu revive.
Hay que limpiar el alma para que cuando emprendas ese viaje obligado,
puedas levantar vuelo libre como paloma, no sentirte cargado.
Perdonar, olvidar, sentirte perdonado; suspirar en alivio, después de haber llorado,
es perdonarte a ti, es sentir una calma,
es volver a nacer cuando limpias tu alma.