Anoche tu cabeza durmió
en mi hombro,
comenzó en sueño,
derivó en cuna y se
quedo allí,
donde residen las estrellas,
anoche los ángeles me susurraron
que me quieres,
que me besas suavemente
cuando me guardas,
que puedo sentirte comprendiéndote,
que hilas cada pensamiento cuando
encuentras mis palabras,
anoche todo lo que soy fue lo deseado,
mi última puerta,
tu arrullo, mi razón,
anoche aprendí la lección,
todo lo que vivo y todo lo que muero tiene tu nombre,
¡gracias hijo!
A menudo me quedo mirándote despacio,
y recorro las callecitas de tu sonrisa,
y tejo con la brisa de tus cabellos y llego,
con el corazón empapado de amor
por lo que me brindas,
perdido, cuando te escucho llamarme PAPÁ.
Yo siempre espero entre ramas sin que te des cuenta,
verte llegar o partir,
queriéndote descubrir o descubrirme en ti,
sintiéndome niño otra vez
cuando miro tus ojos,
porque tú eres mi consuelo,
mi vestir por los rincones,
las canciones y los deseos que siempre se escapan
de mi alma hacia la tuya,
tú, ese pájaro dormido que siempre despierta alborozado,
tan cerca mío,
brillando como el sol en lo alto.
Yo sé que un día vendrán los días de nostalgias,
y tal vez un suspiro busque refugio en el aire,
y el remanso de la piel se me escape de las manos,
y el amor tan vivo se vuelva mariposa,
¡así es la vida, hijo!,
a veces el cielo se ahoga y necesita liberar algunas estrellas,
a veces se desborda el agua y sólo podemos
mirar despacio,
mirar donde todo es tan amplio,
donde la luz es un campo que viaja de prisa
por el tiempo que resta.
Si alguna vez me desvío,
enséñame el camino,
compréndeme,
ser PAPÁ es el primer amor,
no es cosa de hombres,
no es pasar por la vida,
es no perder una sola oportunidad de decirte
TE QUIERO,
TE NECESITO.
Anoche tu cabeza durmió en mi hombro y
te miré despacio,
me sentí complacido,
compartido,
distinto,
gozando cada instante,
anoche todo lo que soy fue lo deseado,
y te miré despacio,
y te miré despacio.
T de S
MRGC
Namaste