Tus palabras saben a miel,
a panal recién cogido
con un suave aroma de colmena,
donde las obreras han construido
un castillo de amor en tu corazón.
Tu pelo huele a flores,
las mismas donde han libado las abejas
las tempestades en torno a la torre del castillo.
Tu voz imita el adormecedor zumbido
del frenético aletear del zángano
persiguiendo a la reina.
La colmena me envuelve y entre sabores,
olores y sonidos de la turba abejera
creo adivinar la textura de tus labios.