He pisado muchas estaciones, muchos trenes
Cada una para buscar alternativas
He viajado tanto, me he escapado de miles maneras
-o sólo intentado escapar-
He puesto en marcha planes para huir
De ese placer
De ese espejismo de creer que
Es sólo algo que surge de nuestra mente
Del árbol nutriéndonos a través de nuestras venas.
He renunciado a imaginar tantas veces
Al tacto, como vía de escape
Pero no llego a desviar la mirada
Todo parece tan razonable y sencillo que paradójicamente no lo consigo
Siempre que huyo vuelvo al mismo sitio
La tierra es redonda, chaval, nada de desaparecer
Nada de creer escapar
El mejor ejemplo es Roma
Divina ciudad con nombre de mujer.
No puedo perderme, se me dificulta tanto
Flores ocultas por todos lados
Un par de espejos que me miran constantemente
Y al fin al cabo termino siempre en el mismo lugar.
Todos los caminos me conducen al mismo sitio.
Es lógico, nacimos para eso.
Aún no consigo suplantar, me refiero a eso
A la lujuriosa mancha que me va carcomiendo
Por dentro y por fuera
Esa mancha rosada, ese tuc-tuc
El latir frío y seco que traducimos como amor.
Puedo escapar, por cualquier tren de cualquier estación, por cualquier camino, a través de cualquier vendaval. Puedo intentar huir, pensar discretamente en otras mentiras.
Pero nunca me podré librar de esa silueta encarnada.
Todos los caminos me llevan al mismo sitio.
Siempre terminaré en un cuerpo de mujer.