Un minuto enclaustrado en medio de la nada,
sujestado por el miedo; perpetuado en la medida,
inacabado vértigo de las horas.
Un minuto enclaustrado en medio de la nada,
un sucesivo descalabro de segundos disipados en espirales invisibles,
suspendidos en el delirio incompresnsible
de las cosas;
un minuto es la medida de lo que no tiene nombre.
Un segundo es el expectro de lo que no tiene principio ni fin.
Y las horas son resquisios de lo inmensamente incomprensible.