Las sombras y su céfiro enconoso
me cubren con sus fuertes alaridos,
me oculto en sus retratos abatidos
marcados por un ámbito penoso.
La noche y su destino tenebroso
es donde se resguardan mis latidos,
en donde el ramalazo y sus bullidos
me espían con fulgor indecoroso.
Te fuiste y mi universo se ennegrece,
con pena mi resuello se congoja
y el cuerpo con dolencia se enloquece.
La alegre e ilustre vida se despoja
del manto terrenal y así fenece,
marchita la vidorria se deshoja.
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