Cuan grandeza es la Esperanza…
Esperando el asombro del espectro de mi gran amada.
En las tardes asoladas y sin la dicha de tu compañía, me tuve que aferrar y hacerme de la idea que no te volvería a mirar. Pero ¡milagro!, ¡Qué emoción! Todo esto me parece una bendición.
Estabas ahí, y te mire como siempre te recordé…
“Amor mío” te dije, pero tú, ¡soberbia! Y frívola, espera no acerquéis porque mi manantial tuyo ya no es. Con dolor y sufrimiento y muestra de mi angustia derrame una salada gota de sentimiento hacia ti.
Y te dije…
“Este esclavo tuyo, de amor, ya termino de pagar su deuda” espero que os vaya bien en vuestro camino… pero cuando desmalles ni se te ocurra recordar de aquel que un día toda su vida te obsequio, mas lo importante es…
Que ¡Dios te bendiga, amada mía!
Si de pecados hemos de ser sometidos ¿por qué de amores hemos de ser sufridos? ¿Será acaso la verdadera paga del pecado?
No es simple ideología, sino la virtud de la experiencia ¡Tan amarga! ¡Como, y dolorosa!; como una refrescante bebida de vinagre en pleno desierto…
Cruel desdicha y sufrimiento infernal; espontaneo en todo lo que hacéis…
Te prometo que mas ilícito no cometeré, pero te lo pido a plegaria de un Santo. ¡No me des el dolor y sufrimiento…
de enamorarme otra vez!...
Marlon Javier Pérez