Con el fin de medir mi amor,
haces sopesar y no te alcanzan los brazos mujer.
Con el fin de aquellos inseguros que,
no tienen abogados.
Con el fin de fracturar mis montañas,
de hacerlas débiles y sin calcio,
te permites entonar el ¡ay! del desmayar.
Con todas las veces,
tu extremo lápiz sin tinta,
es puntual para mis hojas,
y a todos los lados,
de mi te vas, como si no nacieras.
Con fin de inclinarte hacia una vida suspicaz,
ya casi estas sin reconocer mis rostros,
y los ajenos se te hacen familiares.
Humberto Velásquez Jiménez
11:47 p.m.
19/Feb/2014