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El maestro y el Viandante I.

Estaban, maestro y discípulos, caminando por la carretera, cuando les interrumpe un viandante de una forma fría, abrupta y casi inquisidora:

—Oye, maestro, qué tipo de discípulos tienes? Es que estoy harto de mis amigos discípulos de la otra escuela.

—Cuéntame más, querido viandante —pidió el maestro—: cómo son los discípulos de tu escuela?

—Bueno —explicó el viandante—: son individualistas, arrogantes, siempre están criticando al maestro y nunca están contentos con nada.

—Lamento oírlo querido viandante, pero aquí también encontrarás más de lo mismo.

—Bah! —contestó el viandante y casi sin despedirse, se alejó del grupo.

Intrigados, los discípulos atentos a lo que ocurrió, humildemente, cuestionan al maestro:

—Amado maestro, en verdad no somos así, no es cierto?

—Por supuesto que no sois así! —afirmó el maestro abrazándolos a todos con amor.

«Les pregunto: Qué pasa si tienes un bol de manzanas sanas y agregas a una manzana en mal estado?

—Bueno —se atrevió un discípulo—: nadie se la va a comer.

—Sí, es cierto —contestó el maestro—, pero qué más puede ocurrir?

—No podremos ofrecer a nadie el bol, porque sabemos que una de ellas está en mal estado —contestó un segundo discípulo.

—Efectivamente así es —dijo el maestro—: si sabes que lo que ofreces no es solo amor, mejor no hacerlo. Pero qué más amados discípulos? —insistió el maestro.

—Que podemos creer que todas las manzanas presentan el mismo estado —arriesgó otro.

—También es cierto —concordó el maestro—, pero qué más?

Y por más que los discípulos intentaron, no llegaron a la conclusión principal que el maestro deseaba.

—Amados discípulos —dijo el maestro—: habéis estado muy acertados en los pensamientos, pero hay uno principal que se os escapó:

—Si agregas una manzana en mal estado, a un bol de manzanas en buen estado, todas ellas serán contaminadas por el óxido de la manzana en mal estado y todas se pondrán malas.

«No la puedes consumir. No intentes cortar parte de la manzana en mal estado. Cuando una parte de la manzana está mal, toda ella está mal.

«El viandante ha sido una buena manzana un día, pero le han dejado que se contaminara. Si hubiera todavía algo de bueno en él, su esencia hubiera salido a la luz y la hubiéramos visto.

«Yo os amo, y por ese amor, conociendo las consecuencias de mis actos, no puedo permitir que seáis contaminados por mi deseo de tener más discípulos que, al final, correría el riesgo de perderlos a todos.

«Si mi amor es verdadero, y mi deseo de tener más discípulos es sincero, sin interferencia del ego, los buenos discípulos, como vosotros, vendrán.

—Recordad: El gran tesoro que puedas tener, está en el tamaño y alcance de tu amor.