Piedra angular a veces esquiva o silenciosa,
siempre dispuesta al quite en mis maldades,
basamento fundamental de mis debilidades,
más que losa tu eres el apoyo de una diosa.
Templo al que recurro en el último momento
lanzándo un SOS, lamento, solicitud, plegaria,
llamarada que solícita recoges con tu aliento
sin demandar a cambio una letra cambiaria.
A ti, mujer, mi alma hoy ofrezco en sacrificio
por compensación a lo mucho que mereces,
por ayudar derecho a crecer a este novicio
y construir el más sólido y expléndido edificio.
Porque lo que yo deseo lo recibí con creces
a ti bendigo. Eres mi mujer, mi luz, mi vicio.