Adoro verte en tu trono, como una reina encantada,
Procurando con decoro la armonía de tu casa;
Escuchar tu voz sonora, tal vez un poco alterada,
Declarando que la norma es colaborar con calma;
Yo te quiero en mi silencio, yo te busco entre la nada,
Tú te alejas de mi cielo y me das siempre la espalda;
Adelante te comprendo, te miraré en lontananza,
Muy bien sabes que te quiero, que eres la dueña de mi alma;
No te insistiré amor mío, te contemplaré con calma,
Dedicaré mis suspiros y colocaré una espada;
Que tu honor esté tranquilo, mi pasión bien dominada,
No se tornará un espino ésta, la obsesión de mi alma…