Remiendo mis heridas dulcemente
Las reparo con tus manos presentidas
Casi me duele a diario tu ausencia corta
En los lados más sutiles de mi anécdota
Estás en las cadencias del verano arrasado
Las pasos de nosotros se cayeron esa tarde
En su lugar arbolamos una manta nuestra
La de esta espera desordenada
Que atravesó los caminos necesarios
Parió los dolores de otros partos
Caminó de noche para llegar a tiempo
Esa mujer que sos no era en el momento
Este hombre no esperaba en ninguna calle
Fuimos otros, estuvimos con regresos
En el milagro salado de las pieles
Se armó una absurda decisión de amarnos
Tomamos algunos miedos y otros tantos
Nos recogimos en la misma colmena
La de los despidos olvidados
En cada partida, después de todo estábamos
Con cortesanas soledades de agosto a cuestas
Parimos dos reflejos impensados en esas horas
Y pese a algunas dudas de pretéritos amores
Nos dimos medianoche ese lunes de invierno
Mi tristeza arrumada en otros barrios
Cruzo la línea, tomó tu mano y dijo vamos
Vos intentaste creerte, no era tarde
Escribimos el deseo y se hizo suerte
Aquí estamos, con la memoria entrenada
Y el coraje de querer este aire de la orilla nuestra