Hector Adolfo Campa

Donde yace la poesía...

Cuando venga por mí

La muerte sombría,

Que me sepulten en la cripta

Donde yace la poesía,

Donde se secan los llantos

Y las almas transcritas.

Al llegar aquel día,

Donde los rosarios se rezan

Bajo el velo de mis cantos,

Que aquellos amores sean

Mi legado.

 

Cuando mi pluma cese su pálpito,

Y su sangre ya no prospere,

Que las estrellas no detengan su hábito

De salvar a quién les procure.

 

Que sea mi última cena,

Aquel rincón entre olas,

Donde me escondo a solas,

Para saborear la dicha y la pena.

Que me acompañen auroras,

Y comensales poetas,

Con vino, y alguna faena.

 

Que me siembren donde

Sembraron el poema,

Donde esa semilla olvidada

Sea mi féretro y molde,

Donde el alba póstuma

Ya no sea de sentimientos

Perdidos en la nada.

Poetas después de mí,

Escuchen mi plegaria.

No pisen la tierra

Donde la poesía fue sepultada.

Ahí estará el alma de los

Poetas muertos, dolientes

Y hambrientos.

Ahí estará, firme y húmeda,

La pasión que en tus tiempos

Ha sido ignorada.

 

No pises las flores amigo poeta,

No ignores la lápida sin nombre,

Pues alberga la historia completa,

De quién algún día fue un hombre.

 

Y cuando llegue aquel momento,

Cuando garras del caminar

Del tiempo

Vengan tras tu paso,

Y tengas miedo,

No puedas respirar,

En ese cruel e inexorable segundo,

Siéntete satisfecho

Y contento,

De qué yacerás

Con tus viejos colegas,

En el arte de arder

Y de rumiar.

Sonreirás a la dama frívola

- Atiende mi orden-

Que sin pena

Ni congoja,

Vendrá a tu diestra

Para tu pluma callar;

Y le darás un beso en

La gris boca,

Y cuando sus huesos sonrojen,

Le obligarás con tu alevosía,

Que te haga llevar,

Hasta la cripta perdida

De tu amada

Poesía.