Cuando cae la noche, en mi jardín, las flores toman el color de la sombra. Se pierden las calas coloradas, se esfuman los lirios carmesí, desaparecen las amapolas rojas, no veo las orquídeas bermellón y temo por mis rústicas yerberas rubí.
La sombra es larga, no hay alternativa. Con un dejo de nostalgia me sumerjo en el sueño. Me veo alada, revoloteando por encima de las flores. Y cada mañana me despiertan los aromas exquisitos, perfumes que conmueven mi alma. Me asomo a la ventana y el manto colorado cada día está más bello.
Hoy tomé una cala, un lirio, una amapola, una orquídea y una yerbera. Salí de casa y noté que el ramo se distinguía ante las miradas curiosas. Y me dije: “¿Por qué no?”. Acerté: linda manera de emocionar a mi sensible caballero. El conoce mis pasiones y amó mi gesto.