Que alargas el mes de febrero a treinta días, y treinta besos quiero.
Que dejas ponzoña en mi piel, y, retozas columpiándote en mis caderas;
pero no quiero curarme, de ese roce que quema, de esa huella tuya, que yo lamo,
cuando ya no estás aquí y despacio te alejas de mí. (adorado: El)