¿Amaneció hoy tu mente de mudo gris teñida?
¿Ensombreció al espejo tu rostro macilento?
¿Tu corazón se abate y es su latido lento?
¿Anochece tu alma? ¿Sientes turbia tu vida?
Es la melancolía, la tristeza dormida
que a deshora despierta y emponzoña tu aliento.
Es la hora del suspiro y del llanto el momento.
Es que un negro peñasco te arrastra en su caída.
Pero tu mano aún puede agarrarse nervuda
a esos verdes arbustos ‒personas que te estiman‒
que fornidos jalonan tu existencial ladera
y que, siempre dispuestos a prestarte su ayuda,
permitirán de nuevo que tus pasos impriman
ascendentes tus huellas hacia Tu Primavera.
Y si volviera
el tenebroso espectro de la funesta danza,
empuña, no lo dudes, tu arma: ¡la Esperanza!