Sobre los pies descalzos,
sobre un irónico sustrato entintado de sangre,
cosecharemos cimas en cada propio encuentro;
y esas cúspide donde nos besa el rayo,
donde nos acaricia el tiempo,
serán alzados los griales,
para otorgarnos un prefacio de amor eterno.
No basta con latir a fuego el corazón,
en auroras de presunción…
y en esas góndolas coronas que todo viaja.
No basta con el sufrir ennegrecido,
con imperar sobre los miedos,
o alfilerera al corazón en los estribos.
Lugar de negra augura… y todo es tan símil como fugarse a un sueño astral por las gritas de una cabina. Sería todo más feliz si aquí mi lado estuvieses concubina, pero no dudo sonreír, ni mucho menos maldecir a la infortuna vida que me premia y me margina. Porque no es fácil despertar sobre ateneos de mandíbulas, que entre caninos y molares trafican su propio marfil. Y aquí clavado en tierra como una estaca para la crucifixión, dando la espalda a todo infierno y con la mente más segura... ¡Es necesario morir!