Desaliento que trae el viento
en ayes de quimeras,
orfandad de un sentimiento,
ausencia de luz en alboradas.
Ajenos a cantos celestiales,
ojos marchitos de vida,
jirones de aullidos bestiales,
se apaga el beso y se olvida.
¡Ay de esa alma dormida!
Se desgarra el corazón
tratando de hallar la razón
de tan profunda herida.
Amor que muere al atardecer,
niebla que bajo la puerta asoma,
¿habrá un nuevo amanecer?
La muerte sin fallar te toma.
Sola otra vez, con mis ganas dormidas,
con mis sueños perdidos,
con mi amor cayendo a un abismo.
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