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Y LA CALLE…
La lengua de fuego va matando la cortesía
y poco a poco va adueñándose de la paz que había.
Cordones de mentiras prenden el pánico y la zozobra,
en esa calle donde las ganas… a muchos les sobra.
Y la calle, se rompe en mil pedazos…
La calle, se ha despeinado, como huracán emocionado…
y en su andar se está llevando todo lo sembrado.
La ira pasa a la tarima, en unas noches de luz hirviente
y hasta el monstruo de la intolerancia se ha hecho presente.
Y la calle, se convirtió en un campo de batalla…
La bañaron de sangre… va llorando a los fallecidos
y también a los que hoy han desobedecido;
llora… ella también siente la impotencia
como el grito de las madres pidiendo clemencia…
La calle, se desborda en su recorrido…
Y en esa calle se van trazando las letras…
con la sangre y el grito que se revienta…
y también, ella va perdiendo su asombro,
¡ángeles de cristal se pierden en sus hombros!
Y sus grietas comentan desde lo profundo:
“Acá, un ángel ha dejado quieta su meta”
y el oído sordo va callando con fusil o escopeta
y se confunden, la intolerancia e impaciencia…
que se van llevando el raciocinio sin clemencia.
La calle… es tan tuya como mía.
Ella, día a día va llorando a sus hijos,
a los rebeldes y a los perdidos
y, a aquellos que por buscar un sueño
tristemente, en su suelo han sucumbido.
Pero, la calle a sus hijos también va contando sus milagros…
Ella, poco a poco, va extendiendo sus ganas…
por nuestra patria libre y soberana
y mis versos van marchando con ella,
bajo la mirada del sol y las estrellas.
La calle, siempre se hace promesa…
Hija del Sol
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