A destiempo los ángeles abatieron sus alas
en un vuelo sereno, inexorable
envolviendo tu velo terrenal, las sábanas blancas
cedían a la partida en el encuentro a lo eterno...
Fotografías de tus trofeos, penas y albricias
en un segundo desfilaron, en tu faz una sonrisa
pincelando... Siete latidos, uno a uno, movieron
tu mundo, iluminando en sus ocasos certeros...
Primaveras y veranos de arcoiris y opacos,
con tu lente silente siempre mirando, complaciente...
Y en alaridos de sabiduría y fortaleza, tu amor imprimiste
en las fibras de cada una de las almas tocadas en tu vera...
Olguita, mi madre querida... el plano físico has despedido,
pero siempre tu tierna huella indeleble aquí seguirá conmigo...
Copyright© 2014 Rocío Vega-Ponce