Es la vida como un manto, bello manto colorido,
Un engaño del sentido, sortilegio del encanto;
Una puerta es la mirada, las ventanas, los oídos;
Los olores consentidos dejan la boca encantada;
Y qué decir de la piel, que nos conduce ligeros
De la tierra a los luceros, por, de placeres, la miel;
Y cuando al fin te liberas del dominio elemental,
Contemplas que lo ideal, fueron sombras pasajeras;
Y con la mente fustigas, a la causa del engaño,
No el sentido, sino el daño, por el hambre que mitigas;
Vivimos en cruel prisión, hecha toda de mentiras
Donde por todo suspiras y rompes tu corazón;
Pero todo es obsesión, simplemente necedad
De no mirar la verdad y engañar al corazón
Pero es difícil mirar tras del velo, tras del manto
Cuando en los ojos hay llanto y en el alma, cruel desvelo...