Desde aquí, María
un exilio de espuma
bañado en sol
me ha dicho que te cante.
Con un pedazo cualquiera
de mi alma
escribiré la nostalgia
sobre esta espuma:
Los hombres hemos aprendido
a medir mil auroras
a soñar que soñamos.
María, hemos aprendido
a vestirnos
de recuerdos desnudos
que nuestro trigo es amargo
cuando no ha madurado.
Y ahora que te escribo
he pensado
en lo duro que son los átomos
del tiempo
-mas de ellos estamos formados-
en los caminos del mundo
que forman mil incógnitas
en las dianas al atardecer.
La noche del cielo
se ha encarnado en tus ojos
y el misterio es ovalado.
¡Mi grito es tan solo uno!
mi anhelo tiene tu nombre.
Por más recuerdos que beses
tus labios siempre serán niños
y aunque tú no lo creas
serás mi himnario de canciones lívidas
seré el pecado
que nunca cometiste
el rocío que no lloraste.
Si ves un ave viajera
aleteando en la distancia
di que me has visto.
Si siento que las horas
suspiran y gimen
que una flor ha muerto
sabré que has partido.