Ya no me queda memoria para las cosas.
Las olvido con facilidad.
Y mi prosa y mis versos se esfuman como si nada,
se escurren entre mis dedos,
caen de mis ojos.
Temo por ello olvidar los favores
de cualquier musa pasajera
que como un ave dejó al pasar
su canto, que hice mío.
Me cansa tanto ahora
intentar recuerdos,
rescatar olvidos.
Tampoco quiero ya
buscar entre papeles viejos.
Al fin ¿Qué encontraré entre ellos?
¿Anacrónicos ecos?
¿memorias perdidas?
¿algún rastro a deshora?
No, mejor el olvido
y seguir sin lastre alguno
y en el camino la desmemoria
hasta morir del todo.