Si cierro mis manos
en puños las convierto…
Abiertas, con ellas jugamos
si estamos contentos.
Pero si las empuñamos
estamos furiosos,
y así no jugamos
pues hacemos destrozos.
Extendamos las manos
como el árbol sus ramas,
así sentiremos
que abrimos el alma.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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Maracaibo, Venezuela