Los sobres amarillos
no traían cosas buenas.
Hojas llenas de sellos,
amenazando a la distancia
por reclamos y cuentas.
Los blancos, eran mejores,
con amables contenidos.
Letras con el perfume
de algún ser humano
que ya hemos conocido.
Yo esperaba con ánsias
los rayados en la orilla.
Ellos guardaban tesoros
de aquellas lejanas tierras
y sus bellas estampillas.