María

¡ Basta de volar !

 

Anoche tuve un sueño vívido, un sueño increíblemente realista. Aún estoy asombrada. Fue como saberme protagonista de un film. Lo recuerdo por completo... Elevada, etérea, grácil, ligera, liviana volaba  sola a alturas máximas. Abajo él me esperaba. Despegué para demostrarle cuánto y cómo lo quería.  Pero el sol me cegó. Perdí los sentidos. Caída estrepitosa.


Nuevamente en el mundo pedestre. El ya no estaba.Sola. Tiempo muerto. Mente en blanco. Interrogantes inquisidores. Necesitaba ordenar mis ideas tras terrible aterrizaje. Y en ese “mientras tanto”  confusión total…

 


Tenía que decidirme. El Tiempo insistía. Había vivido anestesiada tantos años.  Dudaba. Dudaba tanto. Pérdida tras pérdida. No podía dejar de asirme de todo lo que me inquietaba y me motivaba...  Terminaba cargando mi mochila. Y emprendía un viaje. Lo sabía. Luego no debería quejarme porque el equipaje me doblara la espalda. Seguía. Caminaba lento. Comenzaba a ver todo de lejos...

 


No podía creerlo: el dolor comenzaba a diluirse.  Momento indefinido con una máxima plenitud. Asombrada pero feliz. Aliviada y cicatrizada insistía. Sucede que hasta en sueños detesto la vida pedestre. Es rasa y demasiado concreta... Ya repuesta, reflexionaba. Asumía riesgos, exhortaba. Pero esa vez mi veta sensata indicó, cual Médico: “Simples sobrevuelos: tranquilos y espaciados. Puede beberse la vida de otras formas…”


Preocupada, no dejaba de pensar con qué cuestión máxima podría sustituir mis vuelos. Concentrada  en esa idea, pensé: “Él ya no está”. Esto tornaba  todo más simple. Al no tener un estímulo magno me conformaría con cuestiones esenciales que hasta en sueños posponía por él: afectos familiares, amicales, viajes internos, destinos propios…. Caminaba más liviana. Más serena, dejaba rastros en la arena... ¡Y me desperté!

 


Tras recordar el sueño de manera tan detallada llamé a Paula. Le conté absolutamente todo. Soliloquio. Ella, con su serenidad y su coherencia  sentenció con un tono evidentemente cariñoso: “Ana, Ana…Anita… Llegó la hora. ¡¡¡ VOLAR no puede ser SIEMPRE  el único sinónimo  de AMAR… No te hará mal pasear un poco por este mundo… A guardar las alas y a usar las piernas!!!”  … Y concluyó con su firmeza delicada: “Te paso a buscar, vamos al Shopping…”