Nada ya me importa,
tengo que aceptar la realidad.
La de mis sueños de amor...
no retribuídos.
No lo han sido porque
lo que posible creí,
no pudo ser.
¡Qué crédulo he sido!
Confiar...sin darme cuenta
que a través del tiempo,
todo fue una ilusión.
Un desvarío, un optimismo.
Una creencia que alimentaba
mi alma día a día...
Pero no pudo ser.
Viví pendiente del amor
que me habías jurado,
y ahora me doy cuenta
que todo lo tuyo fue una mentira,
solo para conformar mi ilusión...
Una ilusión que durante
mucho tiempo alimentó
mi alma de esperanzas...
¿cómo uno a veces ante
la felicidad vivida
no se da cuenta de que
solo es una ilusión mentida?
Un amor fingido.
Solo sensual, y después, el adiós.
El olvido, creer e ignorar el final.
El lógico final
de una descontrolada pasión,
vivida solo por unos instantes...
de furiosos deseos carnales,
que después del gozo,
mueren, desaparecen,
se esfuman de los sentimientos
y de la vida.
Iluso de mí...
Creí en tu amor...
debí estar ciego...
Me lo habías advertido.
Pero traté de ignorarlo,
porque te amaba.
Pero tu plazo
de amor fue momentáneo.
Solo el tiempo que
nos tomásemos en hacer el amor.
Seguro estaba de que
todo lo nuestro iba a continuar...
Pero así no ha sido.
Ahora te recuerdo...
y tan solo eso es...
un recuerdo...
de casuales encuentros...
en los que creí perdurarían por siempre...
Hoy, no te tengo, no estás conmigo,
ni en mi cama, y tampoco en mi corazón.
De golpe me he convertido
en un ser adulto.
A pesar de mis años...
tantos años...
Te poseía como si
fuese un niño...
lleno de amor y pasión...
Viví el momento...
pleno...total...
y no me daba cuenta que en
el final del acto,
todo terminaría,
y debíamos decirnos adiós...
el de los furtivos amantes,
que conscientes pecamos,
por placer...por frenéticos deseos...
Vivir el momento, y después el adiós...
Así debo aceptarlo.
Niño he dejado de ser.
Adulto ya soy.
Derechos reeservados de autor (Hugo Emilio Ocanto -24/02/2014)